LOS TRES CERDITOS Homero Glorioso, Joaquin Carri
AB
OVO
Había una vez tres cerditos que eran hermanos
y se fueron por el mundo a conseguir fortuna. El más grande les dijo a sus
hermanos que sería bueno que se pusieran a construir sus propias casas para
estar protegidos. A los otros dos les pareció una buena idea, y se pusieron
manos a la obra, cada uno construyó su casita.
-La mía será de paja -dijo el más pequeño- la
paja es blanda y se puede sujetar con facilidad. Terminaré muy pronto y podré
ir a jugar.
El hermano mediano decidió que su casa sería
de madera: - Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores -explicó a
sus hermanos, -Construiré mi casa en un santiamén con todos estos troncos y me
iré también a jugar. Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los
cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el
problema: -¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo
Feroz, al Lobo Feroz!
Detrás de un árbol grande apareció el lobo,
rugiendo de hambre y gritando: - Cerditos, ¡me los voy a comer!
Cada uno se escondió en su casa, pensando que
estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano
pequeño y en la puerta aulló: - ¡Cerdito, ábreme la puerta! Pues si no me
abres... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
-No, no, no, no te voy a abrir.
Y sopló con todas sus fuerzas, sopló y sopló
y la casita de paja se vino abajo. El cerdito pequeño corrió lo más rápido que
pudo y entró en la casa de madera del hermano mediano. - ¡Quién teme al Lobo
Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz! - cantaban
desde dentro los cerditos. De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al
sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar
gruñendo: - ¡Cerditos, abridme la puerta! Pues si no me abres... ¡Soplaré y
soplaré y la casita derribaré! - No, no, no, no te vamos a abrir!
La madera crujió, y las paredes cayeron y los
dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo de su hermano mayor.
- ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al
Lobo Feroz! - cantaban desde dentro los cerditos.
El lobo estaba realmente enfadado y
hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos más que nunca, y frente
a la puerta dijo: - ¡Cerditos, abridme la puerta! - No, no, no, no te vamos a
abrir. - Pues si no me abrís... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! Y se
puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno. Sopló y sopló, pero la
casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía derribarla. Decidió trepar
por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el
caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Escaldado y con
el estómago vacío salió huyendo hacia el lago.
Los cerditos no volvieron a ver al Lobo. El mayor
de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro
sus propias vidas.
Si algún día vais por el bosque y veis tres
cerdos, sabréis que son los Tres Cerditos porque les gusta cantar: - ¡Quién
teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo
Feroz!
IN
MEDIA RES
Cuando las tres casitas estuvieron
terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber
acabado con el problema: -¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién
teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!
Detrás de un árbol grande apareció el lobo,
rugiendo de hambre y gritando: - Cerditos, ¡me los voy a comer!
Ellos eran tres cerditos hermanos que iban
por el mundo buscando fortuna. El hermano mayor propuso construir sus propias
casas para tener un refugio seguro. Entonces cada uno comenzó a hacer la
propia.
El cerdito más chico hizo una casita de paja,
el mediano una de madera, y el más grande una de ladrillo.
Lo que no anticiparon los cerditos fue la
llegada del Lobo, que estaba muy hambriento. Entonces sopló muy fuerte la casa
de paja del cerdito más pequeño y la derribó fácilmente. Entonces se fue a
refugiar a la casa de madera de su hermano del medio. El Lobo volvió a soplar y
también la derribó. Los cerditos se fueron a la casa del hermano mayor a
refugiarse en su sólida casa de ladrillo. El Lobo sopló muy fuerte y no logró
derribarla, entonces subió a la chimenea para entrar por allí; pero lo que no
sabía era que cuando bajara había una sopa hirviendo esperándolo. Luego de
quemarse, huyó hacia el lago. Los cerditos nunca volvieron a verlo.
El cerdito mayor regañó a sus hermanos por
haber sido perezosos y no haberse construido una casa sólida y segura.
IN
EXTREMA RES
El Lobo sopló y sopló, pero la casita
de ladrillos del cerdito mayor era muy resistente y no conseguía derribarla.
Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo...
Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Al
haberse quemado salió huyendo hacia el lago.
Ellos eran tres cerditos hermanos que iban
por el mundo buscando fortuna. El hermano mayor propuso construir sus propias
casas para tener un refugio seguro. Entonces cada uno comenzó a hacer la
propia.
El cerdito más chico hizo una casita de paja,
el mediano una de madera, y el más grande una de ladrillo.
Lo que no anticiparon los cerditos fue la
llegada del Lobo, que estaba muy hambriento. Entonces sopló muy fuerte la casa
de paja del cerdito más pequeño y la derribó fácilmente. Entonces se fue a
refugiar a la casa de madera de su hermano del medio. El Lobo volvió a soplar y
también la derribó. Los cerditos se fueron a la casa del hermano mayor a
refugiarse en su sólida casa de ladrillo.
El cerdito más grande retó a sus hermanos
pequeños por no haberse hecho una casa más sólida, por ser perezosos y querer
irse a jugar antes que trabajar.
Los cerditos nunca más vieron al Lobo.