jueves, 16 de julio de 2015

Partido Perdido



Luego de una gran cena, dos amigos decidieron de ir a jugar al futbol a la canchita de la vuelta. Le mandaron mensajes a ocho amigos de la facultad, y partieron hacia la cancha. Tras estar apurados no se percataron de que tal vez algunos de ellos no podrían ir. Cuando llegaron a la 6 de sus amigos habían logrado ir y eran ocho en total. Comenzaron el partido, luego de varios goles  en su contra se dieron cuenta que no tendrían que haber comido aquella cena tan voluminosa. Luego de otros quince minutos de dieron cuanta que no podrían seguir jugando por un gran cansancio.
Ya terminado el partido sus amigos estaban enojados por su rendimiento en la cancha, aquellos dos glotones les dijeron que habían intentado jugar pero su estomago no se los había permitido.
  

Homero Glorioso, Joaquín Carri

 Analepsis-Prolepsis

El final: Ultimatum

                                               EL FINAL
                                  ULTIMATUM el que lea esto se gana un chocolate_______________________________________________________________________________________________


Estuve en el paraíso ayer por la noche. Donde las preocupaciones no existían, tampoco los recuerdos; sólo el presente, donde no se tenía una visión sobre el futuro, ni recuerdos sobre el pasado. Sólo quietud; en donde descansaban las almas. Pero en ese paraíso no me encontraba solo, había siluetas que me pasaban por al lado y me susurraban algo; no eran palabras, eran susurros, pero yo entendía perfectamente qué querían decirme: al final del camino iba a estar ella, la Reina de todas las almas.
Cuando finalmente llegué a ella no tardé en notar su resplandor; una luminosidad enceguecedora pero bella. Me miró y dijo delicadamente: “Bienvenido. Aquí descansarás en paz hasta que el próximo cuerpo te aloje”.
         No respiraba ni parpadeaba, no tenía manos, ni pies, ni cabeza; básicamente no tenía cuerpo.  Era un alma flotante en ese mundo mudo, donde no había ni tiempo ni espacio. Cada tanto pasaban siluetas ¿Sería yo una de ellas? No podría saberlo, no me podía ver  a mí mismo. No tenía impaciencia, es decir, no quería irme de allí pero tampoco quería quedarme.
         ¿Estaba en el cielo? En el infierno sabía que no estaba, no había sufrimiento, no había dolor, ni pena. Tampoco había placer, ni comodidad. No era nada. ¿Sería el limbo?
         Empecé a asustarme, estaba sintiendo cosas otra vez. Un remolino se abrió debajo o encima de mí*, me estaba absorbiendo ¿a dónde me dirigía?
         Una luz brillante penetraba en mis ojos. Todos mis recuerdos empezaban a aparecer, estuvieron ocultos todo el tiempo. Mis vidas pasadas las veía correr frente a mis ojos a millones de fotos por segundo. Me empecé a acordar, me empecé a emocionar; era una energía muy potente. Aparecían sueños, reuniones familiares, hijos, primer auto, primer beso, viajes, muertes.
         De repente todo cesó. La luz se hacía más intensa. Empecé a escuchar ruidos, voces, gritos. Mis recuerdos iban desapareciendo rápidamente. Finalmente escuche una voz que me dijo: “Te lo advierto, sé mejor persona esta vez o la pagarás caro cuando regreses”.
         La luz se intensificó, empecé a sentir mi cuerpo nuevamente. Estaba a punto de responderle a la voz y me desperté.   

*Un remolino se abrió debajo o encima de mí…: No había espacio para determinar el arriba o el abajo.


Joaquin Carri, Homero Glorioso

Continuación de los Marcos/personajes

CONTINUACIONES   Homero Glorioso, Joaquin Carri


1)         Estuve en el paraíso ayer por la noche. Donde las preocupaciones no existían, tampoco los recuerdos; sólo el presente, donde no se tenía una visión sobre el futuro, ni recuerdos sobre el pasado. Sólo quietud; en donde descansaban las almas. Pero en ese paraíso no me encontraba solo, había siluetas que me pasaban por al lado y me susurraban algo; no eran palabras, eran susurros, pero yo entendía perfectamente qué querían decirme: al final del camino iba a estar ella, la Reina de todas las almas.
Cuando finalmente llegué a ella no tardé en notar su resplandor; una luminosidad enceguecedora pero bella. Me miró y dijo delicadamente: “Bienvenido. Aquí descansarás en paz hasta que el próximo cuerpo te aloje”.
            No respiraba ni parpadeaba, no tenía manos, ni pies, ni cabeza; básicamente no tenía cuerpo.  Era un alma flotante en ese mundo mudo, donde no había ni tiempo ni espacio. Cada tanto pasaban siluetas ¿Sería yo una de ellas? No podría saberlo, no me podía ver  a mí mismo. No tenía impaciencia, es decir, no quería irme de allí pero tampoco quería quedarme.
            ¿Estaba en el cielo? En el infierno sabía que no estaba, no había sufrimiento, no había dolor, ni pena. Tampoco había placer, ni comodidad. No era nada. ¿Sería el limbo?
            Empecé a asustarme, estaba sintiendo cosas otra vez. Un remolino se abrió debajo o encima de mí*, me estaba absorbiendo ¿a dónde me dirigía?

2)         Primavera del 2016 en Buenos Aires. Todos se preparaban para los festivales que se armaban en los barrios. Muchos colores, disfraces y espuma de carnaval decoraban las calles y los cuerpos de los vecinos. Pero había alguien que no estaba tan preparado, ni tan contento… Ese era Felipe.
            Felipe había nacido en Palermo, vivió allí hasta los 22 años. Cuando era pequeño jugaba con su vecina Emilia. Cuando fueron creciendo se dieron cuenta que estaban enamorados. Hasta que una noche, ella y la familia se fueron de vacaciones. Emilia le dio una carta a Felipe, pero le advirtió que no la leyera hasta el día siguiente.
            Solían festejar todo juntos: la navidad, el año nuevo, hasta las pascuas. Pero la fecha más importante era la Fiesta de la Primavera. Era alegría, sonrisas, música, algo de espuma y… amor.
            El niño estaba acostado y muy enojado en su cama, tenía el corazón roto. Ella iba a volver, pero él todavía no sabía de abandonos. Tenía muchas ganas de abrir el sobre que contenía la carta y leerla, pero hizo caso a las palabras de Emilia.
            A la mañana siguiente Felipe desayunó, anduvo en bici por el barrio, se bañó en la pileta, y cuando estaba almorzando recordó que tenía un papel muy importante por leer. No lo encontraba. Le preguntó a su madre si lo había visto. Revisó en la basura y no estaba. La había perdido.
            Una noche (ya habían pasado dos meses desde la partida de Emilia) estaban cenando y Felipe hizo un comentario: “Largas vacaciones las de la vecina”. La madre se puso seria y dijo: “Hijo, después de la cena tenemos que hablar”.

            La Fiesta de la Primavera ya había comenzado. Los fuegos artificiales estallaban en el cielo. La música y los gritos de la gente llenaban de alegría a la ciudad. Felipe leía un libro acostado, evadiendo la celebración.

Marcos/personajes

MARCOS/PERSONAJES Homero Glorioso, Joaquin Carri


1)         Avión rumbo a España. La gente en primera clase iba deleitándose con los mejores vinos, el mejor asiento y la mejor comida. Ambiente exclusivo, cómodo y muy caro.
            Carla trabajaba en una oficina de telefonía y la empresa sorteaba dos viajes a Miami; ella era una de las que iba en primera clase. El viaje no venía con primera incluida, pero ella muy pícara, al ver que clase turista estaba repleta, echó agua en caliente que tenía en el termo en el asiento. Se quejó con las azafatas y como no había otro asiento disponible la pasaron a un lugar más sofisticado.
            Vio a una persona que le parecía conocida, estaba entrando al avión… Era su ex… Chocaron miradas y se quedaron mudos unos cuantos segundos.

2)         Estuve en el paraíso ayer por la noche. Donde las preocupaciones no existían, tampoco los recuerdos; sólo el presente, donde no se tenía una visión sobre el futuro, ni recuerdos sobre el pasado. Sólo quietud; en donde descansaban las almas. Pero en ese paraíso no me encontraba solo, había siluetas que me pasaban por al lado y me susurraban algo; no eran palabras, eran susurros, pero yo entendía perfectamente qué querían decirme: al final del camino iba a estar ella, la Reina de todas las almas.
Cuando finalmente llegué a ella no tardé en notar su resplandor; una luminosidad enceguecedora pero bella. Me miró y dijo delicadamente: “Bienvenido. Aquí descansarás en paz hasta que el próximo cuerpo te aloje”.

3)         Entramos a la disquería. Pasábamos a ver los vinilos. Me asombraba la cantidad incalculable de CD, Vinilos, DVD y libros en las estanterías. Desde los clásicos hasta los más actuales. Pero mi mirada cambió de rumbo de un momento a otro. Era la mismísima divinidad. Ya no había un Dios, ya no había un Cielo.
Sus ojos azules penetraron en los míos; me quedé paralizado. Marcela mi novia me estaba hablando pero era como un “bla, bla, bla” constante.

4)         Primavera del 2016 en Buenos Aires. Todos se preparaban para los festivales que se armaban en los barrios. Muchos colores, disfraces y espuma de carnaval decoraban las calles y los cuerpos de los vecinos. Pero había alguien que no estaba tan preparado, ni tan contento… Ese era Felipe.
            Felipe había nacido en Palermo, vivió allí hasta los 22 años. Cuando era pequeño jugaba con su vecina Emilia. Cuando fueron creciendo se dieron cuenta que estaban enamorados. Hasta que una noche…

5)           El año pasado fuimos a San Martín de los Andes con mi familia. Las noches eran muy frías, los paisajes hermosos y la nieve blanca como el azúcar.
Cuando íbamos viajando vimos cenizas saliendo de un volcán chileno. El cielo se oscureció. Mi hermanita comenzó a preocuparse, como todos los nenes chiquitos. Mi mamá también tenía cara de preocupación pero no quería demostrarlo. Hasta que de repente la tierra tembló. Mi papá empezó a maldecir por lo bajo, como si algo malo fuese a suceder. 

lunes, 13 de julio de 2015

Marcos

MARCOS Joaquin Carri, Homero Glorioso

1) Salí del hormiguero; sudado de pies a cabeza. Un mareo intenso me impedía visualizar bien las cosas. Escuchaba chicas llorando, gente riendo, conversaciones mezcladas y sobre todo la música con su fuerte bajo retumbando en mi cabeza.

2) Avión rumbo a España. La gente en primera clase iba deleitándose con los mejores vinos, el mejor asiento y la mejor comida. Ambiente exclusivo, cómodo y muy caro.

3) Primavera del 2016 en Buenos Aires. Todos se preparaban para los festivales que se armaban en los barrios. Muchos colores, disfraces y espuma de carnaval decoraban las calles y los cuerpos de los vecinos.

4) Era un domingo de misa como cualquier otro. Los niños y sus padres ingresaban a la iglesia, también los ancianos, los vagabundos y los ricachones del pueblo. Era una mañana lluviosa; todos llevaban un paraguas en mano.

5) Estuve en el paraíso ayer por la noche. Donde las preocupaciones no existían, tampoco los recuerdos; sólo el presente, donde no se tenía una visión sobre el futuro, ni recuerdos sobre el pasado. Sólo quietud; en donde descansaban las almas.

6) Entramos a la disquería. Pasábamos a ver los vinilos. Me asombraba la cantidad incalculable de CD, Vinilos, DVD y libros en las estanterías. Desde los clásicos hasta los más actuales. Pero mi mirada cambió de rumbo de un momento a otro.

7) Francisco estaba a punto de ganar la final de tenis. Su mirada estaba bloqueada observando a la multitud que alentaba desde la tribuna. De repente, se hizo el silencio.

8) Escuchaba sonidos constantes. Mi vista estaba borrosa pero notaba unas siluetas moviéndose muy rápido. Veía la luz más intensa de lo normal. Creo que estaba acostado pero de repente volví en mí. ¿Qué era ese lugar lleno de máquinas?

9) El año pasado fuimos a San Martín de los Andes con mi familia. Las noches eran muy frías, los paisajes hermosos y la nieve blanca como el azúcar. Cuando íbamos viajando vimos cenizas saliendo de un volcán chileno. El cielo se oscureció.

10) Juana se peleó con el psicólogo y fue a uno nuevo. El nuevo consultorio era más inspirativo; tenía linda vista a la ciudad, había bastante verde y decoración pintoresca.

miércoles, 24 de junio de 2015

Agujas (distorsión mental del tiempo)

AGUJAS Homero Glorioso, Joaquín Carri

Pleno invierno. Las ventanas goteaban por la diferencia de temperatura entre el consultorio y la calle. Iba a ser un día atareado, complicado; esos días en los que no haces tiempo a nada; corriendo de acá para allá. Por suerte había podido conseguir un turno a las 8 de la mañana con el dentista, así me daban los tiempos.
Frente a mí, un niño leía una revista de dibujitos. Al lado, una señora mayor con una latita llena de hilos, cocía un pantalón. Arriba y al frente un reloj cuyas agujas sonaban molestamente cada segundo.
Me aburría. No sabía con qué entretenerme. Miraba las gotitas de la ventana moverse, entrecruzándose, uniéndose. Miraba a la señora cociendo el pantalón; al niño quejándose.
Los minutos no pasaban. Me parecía increíble que no me alcanzara nunca el tiempo para hacer mis trámites, para relajarme o tomar un café.
Finalmente el dentista me hizo pasar. Me hizo un chequeo en dos minutos y nos quedamos charlando; teníamos confianza. Me mostró fotos de su viaje a Italia, me contó de su nueva nieta y demás; no nos veíamos hace un tiempo.
Me hacía falta un blanqueamiento. La secretaria me estaba reservando un turno y se escuchó un: “¡Ay la p*ta!”. La señora mayor se había pinchado con una aguja mientras cocía; luego lanzó una risita.
“300 pesos” dijo la secretaria. Mientras sacaba el dinero de la billetera miré el reloj. ¡Era tardísimo! Corrí hacia el auto. Otro día a las corridas me esperaba con ansias.

Los Lopes (texto con palabras mal escritas)

LOS LOPES Joaquin Carri, Homero Glorioso


Me llamo Marta, tengo 74 anios y hoy vengo hablar de los Lopes.

Los Lopes son mi vecinos darriba. Ayyy los Lopes. Los Lopes son muy alborotados. Son una familia de rubios (y algunos teniidos para no que dar como ovejas negras… o blancas). Los días de humedá son los peores, comenzan a llamar la tensión, no se porque; creó que son sensibles, por eso cada ves van quedando menos. 

Tengo mochos vecinos Lopes. Abajo tan bien. Los de arrima son muy alborotados como ya dige. Los de abajo melos quiero sacar dencima, son insomporables!!! Aveces me hacen quedar mal con los de mas vecinos. Si te dicen algo ay que tomarlo con pincita.

Bis té como son los Lopes de hoy, inmanenjurables, insufrosos, satiricos, infuncionables y etérnicos. 

La realidat verdadera es que… siempre lo fueron.        

Los tres cerditos (ab ovo/in media res/in extrema res)

LOS TRES CERDITOS  Homero Glorioso, Joaquin Carri


AB OVO

Había una vez tres cerditos que eran hermanos y se fueron por el mundo a conseguir fortuna. El más grande les dijo a sus hermanos que sería bueno que se pusieran a construir sus propias casas para estar protegidos. A los otros dos les pareció una buena idea, y se pusieron manos a la obra, cada uno construyó su casita.
-La mía será de paja -dijo el más pequeño- la paja es blanda y se puede sujetar con facilidad. Terminaré muy pronto y podré ir a jugar.
El hermano mediano decidió que su casa sería de madera: - Puedo encontrar un montón de madera por los alrededores -explicó a sus hermanos, -Construiré mi casa en un santiamén con todos estos troncos y me iré también a jugar. Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el problema: -¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!
Detrás de un árbol grande apareció el lobo, rugiendo de hambre y gritando: - Cerditos, ¡me los voy a comer!
Cada uno se escondió en su casa, pensando que estaban a salvo, pero el Lobo Feroz se encaminó a la casita de paja del hermano pequeño y en la puerta aulló: - ¡Cerdito, ábreme la puerta! Pues si no me abres... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré!
-No, no, no, no te voy a abrir.
Y sopló con todas sus fuerzas, sopló y sopló y la casita de paja se vino abajo. El cerdito pequeño corrió lo más rápido que pudo y entró en la casa de madera del hermano mediano. - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz! - cantaban desde dentro los cerditos. De nuevo el Lobo, más enfurecido que antes al sentirse engañado, se colocó delante de la puerta y comenzó a soplar y soplar gruñendo: - ¡Cerditos, abridme la puerta! Pues si no me abres... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! - No, no, no, no te vamos a abrir!
La madera crujió, y las paredes cayeron y los dos cerditos corrieron a refugiarse en la casa de ladrillo de su hermano mayor. - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz! - cantaban desde dentro los cerditos.
El lobo estaba realmente enfadado y hambriento, y ahora deseaba comerse a los Tres Cerditos más que nunca, y frente a la puerta dijo: - ¡Cerditos, abridme la puerta! - No, no, no, no te vamos a abrir. - Pues si no me abrís... ¡Soplaré y soplaré y la casita derribaré! Y se puso a soplar tan fuerte como el viento de invierno. Sopló y sopló, pero la casita de ladrillos era muy resistente y no conseguía derribarla. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Escaldado y con el estómago vacío salió huyendo hacia el lago.
Los cerditos no volvieron a ver al Lobo. El mayor de ellos regañó a los otros dos por haber sido tan perezosos y poner en peligro sus propias vidas.
Si algún día vais por el bosque y veis tres cerdos, sabréis que son los Tres Cerditos porque les gusta cantar: - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!


IN MEDIA RES

Cuando las tres casitas estuvieron terminadas, los cerditos cantaban y bailaban en la puerta, felices por haber acabado con el problema: -¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo, al Lobo! - ¡Quién teme al Lobo Feroz, al Lobo Feroz!
Detrás de un árbol grande apareció el lobo, rugiendo de hambre y gritando: - Cerditos, ¡me los voy a comer!

Ellos eran tres cerditos hermanos que iban por el mundo buscando fortuna. El hermano mayor propuso construir sus propias casas para tener un refugio seguro. Entonces cada uno comenzó a hacer la propia.
El cerdito más chico hizo una casita de paja, el mediano una de madera, y el más grande una de ladrillo.
Lo que no anticiparon los cerditos fue la llegada del Lobo, que estaba muy hambriento. Entonces sopló muy fuerte la casa de paja del cerdito más pequeño y la derribó fácilmente. Entonces se fue a refugiar a la casa de madera de su hermano del medio. El Lobo volvió a soplar y también la derribó. Los cerditos se fueron a la casa del hermano mayor a refugiarse en su sólida casa de ladrillo. El Lobo sopló muy fuerte y no logró derribarla, entonces subió a la chimenea para entrar por allí; pero lo que no sabía era que cuando bajara había una sopa hirviendo esperándolo. Luego de quemarse, huyó hacia el lago. Los cerditos nunca volvieron a verlo.
El cerdito mayor regañó a sus hermanos por haber sido perezosos y no haberse construido una casa sólida y segura.



IN EXTREMA RES  

         El Lobo sopló y sopló, pero la casita de ladrillos del cerdito mayor era muy resistente y no conseguía derribarla. Decidió trepar por la pared y entrar por la chimenea. Se deslizó hacia abajo... Y cayó en el caldero donde el cerdito mayor estaba hirviendo sopa de nabos. Al haberse quemado salió huyendo hacia el lago.

Ellos eran tres cerditos hermanos que iban por el mundo buscando fortuna. El hermano mayor propuso construir sus propias casas para tener un refugio seguro. Entonces cada uno comenzó a hacer la propia.
El cerdito más chico hizo una casita de paja, el mediano una de madera, y el más grande una de ladrillo.
Lo que no anticiparon los cerditos fue la llegada del Lobo, que estaba muy hambriento. Entonces sopló muy fuerte la casa de paja del cerdito más pequeño y la derribó fácilmente. Entonces se fue a refugiar a la casa de madera de su hermano del medio. El Lobo volvió a soplar y también la derribó. Los cerditos se fueron a la casa del hermano mayor a refugiarse en su sólida casa de ladrillo.
El cerdito más grande retó a sus hermanos pequeños por no haberse hecho una casa más sólida, por ser perezosos y querer irse a jugar antes que trabajar.

Los cerditos nunca más vieron al Lobo.

miércoles, 20 de mayo de 2015

Texto instructivo


TEXTO INSTRUCTIVO Homero Glorioso, Joaquin Carri

Como hacer mousse de chocolate.
 

Ingredientes: Chocolate 20g; Huevos (4); Azúcar (dos cucharadas); Crema de leche (1 pote); Manteca (150g)
 


Primero poner a derretir el chocolate con la manteca. Una vez derretido, dejar enfriar en el baño maria frio.
Luego batir sólo las yemas con azúcar hasta que obtenga una consistencia cremosa y un color más amarillo claro o blanco. Verter el chocolate en las yemas y mezclar hasta que quede uniforme.
Después batir la crema de leche y unirla con la preparación. Por ultimo batir las claras hasta punto de "nieve" e incluirlas en la preparación sin batir. Poner la mousse en la heladera unas horas.