AGUJAS Homero Glorioso, Joaquín Carri
Pleno invierno. Las ventanas goteaban por la diferencia de temperatura entre el consultorio y la calle. Iba a ser un día atareado, complicado; esos días en los que no haces tiempo a nada; corriendo de acá para allá. Por suerte había podido conseguir un turno a las 8 de la mañana con el dentista, así me daban los tiempos.
Frente a mí, un niño leía una revista de dibujitos. Al lado, una señora mayor con una latita llena de hilos, cocía un pantalón. Arriba y al frente un reloj cuyas agujas sonaban molestamente cada segundo.
Me aburría. No sabía con qué entretenerme. Miraba las gotitas de la ventana moverse, entrecruzándose, uniéndose. Miraba a la señora cociendo el pantalón; al niño quejándose.
Los minutos no pasaban. Me parecía increíble que no me alcanzara nunca el tiempo para hacer mis trámites, para relajarme o tomar un café.
Finalmente el dentista me hizo pasar. Me hizo un chequeo en dos minutos y nos quedamos charlando; teníamos confianza. Me mostró fotos de su viaje a Italia, me contó de su nueva nieta y demás; no nos veíamos hace un tiempo.
Me hacía falta un blanqueamiento. La secretaria me estaba reservando un turno y se escuchó un: “¡Ay la p*ta!”. La señora mayor se había pinchado con una aguja mientras cocía; luego lanzó una risita.
“300 pesos” dijo la secretaria. Mientras sacaba el dinero de la billetera miré el reloj. ¡Era tardísimo! Corrí hacia el auto. Otro día a las corridas me esperaba con ansias.
me gustó y cumple con la consigna
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ResponderEliminarMe hizo acordar a cuando voy al dentista! Muy bueno, el tiempo interno se cumple muy realista.
ResponderEliminarEsta bueno, es algo cotidiano con lo que uno se puede identificar y cumple con la consigna de la distorsion del tiempo segun como lo siente la persona.
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